Resumen de la Parashá Tzav 

(Levítico 6:1-8:36) 

 

 

A los cohanim les fue otorgado la mitzvá de t´rumat hadeshen, recoger las cenizas de las olot (ofrendas consumidas) diarias. También se les encargó mantener el fuego del altar encendido permanentemente. Aharón, el Cohén Gadol, recibió instrucciones de llevar diariamente una ofrenda de comida en la mañana y otra al anochecer.

 

También fueron promulgadas otras leyes que especificaban los deberes de los cohanim y las porciones de las ofrendas que debían recibir. Podían comer de las ofrendas de comida, de pecado y de infracción si estaban ritualmente puros, y sólo dentro del atrio del Santuario.

 

En una impresionante ceremonia llevada a cabo en ese lugar, Aharón y sus hijos fueron instalados en sus cargos por Moshé en presencia de la asamblea. Después de que los cohanim se hubieran bañado, Moshé vistió a Aharón con su ropa distinta y ungió el Tabernáculo y sus elementos (el Arca, la mesa del pan de proposición, los candelabros y el altar del incienso), como así también el altar de la ofrenda quemada y la jofaina y su base (todo lo cual se hallaba en el atrio del Santuario). Lueo vertió el aceite de unción sobre la cabeza de Aharón, santificándolo.

 

Finalmente, los demás cohanim fueron vestidos con sus ropas especiales. Moshé llevó luego una ofrenda de pecado y otra quemada. Estos ritos fueron repetidos durante siete días, lapso en el cual Aharón y sus hijos permanecieron en el atrio.

 

(Extraído del libro “Lilmod ULelamed” de Edit. Yehuda)

 

 

Que nos enseña el Talmud?

 

El ladrón que no deseaba jurar en falso En tiempos del Talmud, hasta los ladrones eran diferentes. Muchos de ellos pensaban en innumerables ardides para evitar violar la prohibición de jurar en falso, pues es un precepto que figura entre los Diez Mandamientos. El Talmud cuenta la siguiente historia:

 

Cierta vez un hombre deposito 100 dinares en lo de Ben Temalion, un hombre de cuestionable honestidad. Cuando el depositante vino por su dinero, Ben Temalion dijo que se lo había regresado. Entonces aquel exigió un juramento de su parte.

 

El inescrupuloso individuo consiguió un pesado bastón, perforo en su interior una cavidad y puso el dinero adentro. Cuando llego a la corte y fue llamado a hacer su juramento, Ben Temalion pidió a su adversario que le sostuviera por un instante el bastón. Luego hizo el juramento: “Juro por D-s -dijo piadosamente- que he devuelto su dinero a este hombre”.

 

Al escuchar este juramento, el depositante se puso tan furioso que golpeo fuertemente el suelo con el baston partiendolo en dos. Las monedas entonces cayeron y se desparramaron por todo el piso.

 

“Levantalas”, dijo desafiantemente el ladrón, “son tuyas. Te las he devuelto”.

 

Pin It on Pinterest