Tikun Jatzot o Plegaria de Medianoche
Llamada en hebreo Tikún Jatzot (la rectificación de medianoche), consta esencialmente de dos secciones. La primera, conocida como Tikún Rajel, se centra en la destrucción del Templo y en las catástrofes que le han acaecido al pueblo judío en el exilio. La segunda parte del servicio, el Tikún Lea, consiste de salmos de alabanza y de anhelo de Dios. Debido al carácter triste del Tikún Rajel, éste sólo es recitado en días en que se dice el Tajanun. El Tikún Lea, por otro lado, puede ser recitado no sólo cuando se dice el Tajanun sino incluso en Shabat y en Iom Tov, en Rosh Jodesh y en otros días festivos.
El concepto judío de medianoche no indica “la hora 0”, sino la mitad exacta de la noche. Para conocer dicha mitad exacta se calcula el período de tiempo que media entre la puesta del sol y el amanecer y se lo divide en dos. Por ejemplo, si el sol se pone a las 17:00 horas y sale a las 6:00, tenemos trece horas. La mitad son seis horas y media. Por lo tanto, medianoche será a las 23:30; es decir, seis horas y media contadas a partir de la puesta del sol a las 17:00 horas.
Podríamos muy bien preguntar si realmente existe un momento así. ¿Acaso se puede cortar el tiempo en partes? ¿Acaso el Jatzot es más que una simple construcción de la mente humana, una que imponemos sobre el incesante fluir del tiempo?
Sí, dicen los Sabios: el momento de descanso tiene una realidad propia. Es verdad que la mente del hombre no puede aferrar el momento exacto que marca el final de la primera parte de la noche y el comienzo de la segunda. Pero Dios sabe: “Y fue medianoche y Dios golpeó a los primogénitos en la tierra de Egipto” (Éxodo 12:29). ¡Exactamente a medianoche! La nekudá -el “punto” invisible- de Jatzot marcó el momento de la redención para el pueblo judío. Y en verdad, a lo largo de la historia judía encontramos que Jatzot fue un momento de bendición, un momento de milagros para los Tzadikim -Abraham, Sara, Iaacov, Daniel y Mordejai- y uno que proclama la caída de los malvados – el faraón, Avimelej, Labán, Senaqueriv, Nevujadnetzar…
Jatzot es un momento de gracia, el comienzo de la redención – cada noche. Jatzot marca el comienzo de un período único de dos horas de favor Divino, en las horas más profundas de cada noche (Likutey Moharán I, 149). En palabras del Talmud, este tiempo de favor es “una cosa” (Iebamot 72a). Éste existe. Es algo que de hecho puede sentirse, al menos para aquellos que están deseosos de adherirse a él. Jatzot tiene un poder único en sí mismo. Como tiempo de favor, Jatzot llama para algo más que simplemente dormir. Es una oportunidad única para la rectificación espiritual. Reparar es לתקן (le-TaKeN). Una reparación es un תקון (TiKúN). La palabra חצות, JaTzot, es un sustantivo proveniente de la raíz hebrea חצה, JaTzáH, que significa “cortar en dos”. Jatzot halaila (Cortar en dos la noche)hace referencia al punto central de la noche, el momento que divide a la noche en dos y por esto se le llama Tikún Jatzot. El servicio de Medianoche.
Dado el sufrimiento del pueblo judío a través de las épocas, habría parecido adecuado que el Tikún Jatzot fuese algo obligatorio para todos, al igual que los tres servicios diarios. Pero el levantarse de manera regular para Jatzot no es algo de lo cual todos sean capaces y los Sabios nunca establecen decretos que es claro que la mayoría del pueblo judío no podrá cumplir (Bava Kama 79b, Iad, Mamrim 2:5). Incluso así, el Tikún Jatzot es tan importante que todo el Shuljan Aruj, el Código de la Ley Judía, comienza de hecho con esto:
“El judío debe ser como un león para servir al Creador. ¡Debe ser uno que despierta el alba!… Aquellos que se levantan para rogar al Creador deben intentar hacerlo en el momento del cambio de las guardias… Es adecuado que cada persona temerosa de Dios sienta tristeza y preocupación por la destrucción del Templo” (Oraj Jaim 1:1-3). Esto hace referencia al Tikún Jatzot, la Plegaria de Medianoche (Mishne Brurá, ad loc.).
El Tikún Jatzot no es una obligación absoluta. En ningún lugar del Código de la Ley Judía se establece que sea una obligación para cada judío. Ello se debe a que el Tikún Jatzot no es tanto un deber como una tarea de amor – una tarea para aquellos que realmente anhelan conocer a Dios y sienten el dolor y la angustia por Su ocultamiento y la mancha a Su gloria mientras el Santo Templo permanezca en ruinas.
Como tarea de amor, es una que ha sido especialmente favorecida por los buscadores espirituales a lo largo de las épocas, en especial por los místicos. Prácticamente cada porción del Zohar incluye un pasaje que trata del gran valor de Jatzot y de lo exaltado de la plegaria y del estudio en esas horas de la noche, no sólo para los eruditos y los místicos sino para los judíos en general. Los escritos kabalísticos del rabí Itzjak Luria, el Ari (1534-72) explican en gran profundidad el significado místico del servicio de medianoche como una preparación vital para el servicio del día. La importancia de Jatzot está enfatizada en muchas de las principales obras de musar y de jasidut.
El hecho mismo de que el Tikún Jatzot no sea obligatorio significa que hay un amplio margen para que cada individuo organice sus devociones de Jatzot de la manera que mejor les convenga a sus propias necesidades y a su forma de vida. Algunos permanecen despiertos hasta el momento de Jatzot, recitan el servicio y luego se van a dormir. Otros se mantienen despiertos después de Jatzot para orar, meditar o estudiar, cada uno de acuerdo a su capacidad. Alguna gente duerme durante la primera parte de la noche y luego se despierta para Jatzot, continúa estudiando y orando hasta la luz del día, tomándose una pequeña siesta, de ser necesaria, después de las plegarias de la mañana. El factor común en todas estas maneras es el anhelo de un mundo mejor y la voluntad de trabajar con el objetivo de corregir en nosotros lo que necesitemos corregir para ayudar a que ese mundo se manifieste.
¿Puedo hacer yo el Tikun Jatzot?
Hubo una época en que el Tikún Jatzot solía estar impreso al principio de la mayoría de los libros de plegarias, antes del Servicio de la Mañana. Sin embargo, la mayor parte de los libros de plegarias contemporáneos lo omiten. Muchos judíos nunca han oído siquiera de él. Incluso aquellos que se han encontrado con la idea tienden a pensar que el Tikún Jatzot es una práctica reservada para los devotos, quienes presumiblemente poseen una capacidad sobrehumana para sobrevivir durmiendo muy poco. En la mayor parte del pueblo judío el Tikún Jatzot ha sido borrado completamente de la conciencia de la gente y con ello todo sentimiento de que debemos de manera regular focalizar nuestras mentes y corazones en tratar de sentir la angustia por la pérdida del Templo y nuestro anhelo de redención.
Incluso hoy en día hay gente en todas las comunidades, ashkenazíes y sefardíes por igual, que se levanta regularmente para Jatzot – no sólo eruditos avanzados y “santos”, sino gente común proveniente de muchos ámbitos de la vida, gente que se preocupa. Algunos lo recitan cada noche, otros una vez a la semana, una vez al mes o cuando pueden. Ciertamente, levantarse para Jatzot puede ser una disciplina difícil al comienzo. Pero aquellos que persisten en ella quedan cautivados por la exquisita gracia y belleza de “la hora más dulce”. El resto del mundo está durmiendo; todo está quieto. No hay perturbaciones, no hay llamadas telefónicas ni citas. No existe un momento más propicio para un pensar claro y profundo y para la contemplación, la plegaria íntima, el estudio satisfactorio y el constante crecimiento espiritual. El corazón está abierto, los pensamientos y sentimientos fluyen. Es como si las mismas puertas del Cielo estuvieran abiertas de par en par.
Extraido de La Hora mas dulce (tikun jatzot)