El hebreo, no se puede establecer con exactitud sus orígenes. Los fragmentos más antiguos, como la Torá, datan del 1300 antes de Cristo. Cuando los judíos fueron expulsados de Jerusalem y trasladados a Babilonia en 586 antes de Cristo, muchos exilados abandonaron la lengua de los antepasados y adoptaron el arameo.

Años después, Ciro el Grande de Persia, permitió a los judíos regresar a su tierra y esos judíos retomaron el hebreo pero con influencia aramea. Posteriormente se daba lectura de la Torá en hebreo, con traducción al arameo. Durante siglos, los judíos hablaron idiomas vernáculos, distintos del hebreo, mientras el hebreo se mantuvo como lengua sacra. En los años que precedieron a la Segunda Guerra Mundial, aparecieron estudiosos y escritores judíos que utilizaron el hebreo y dejó de ser lengua religiosa, para convertirse en lengua viva.

Eliezer Ben Yehuda, de origen lituano, contribuyó a hacerlo apto para el uso cotidiano a través de la introducción de palabras y la modificación del idioma, en 1881. Desde entonces, el hebreo ha evolucionado poco y es el que se habla actualmente, con incorporación de vocablos referidos a la tecnología. Se escribe de derecha a izquierda. Con la creación del estado judío, el hebreo se convirtió en el idioma oficial de Israel, el ivrit.

La literatura hebrea moderna se enriquece con las creaciones de Agnon, Premio Nobel de Literatura 1966, Amon Oz, Ioshúa Faigón.

Expresiones utilizadas en literatura y en el cine, provienen del hebreo: «El chivo emisario» (Levítico16,26), «los mansos heredarán la tierra» (Salmos 37,11),» viñas de ira» (Deuteronomio 32,32), «polvo eres y al polvo volverás»(Génesis 3,19).

Muchos nombres derivan del hebreo: Jonathan, José, David, Isaac, Jacobo, Sara, Ester, Eva, Raquel, Débora, Rebeca, Lea.

Expresiones como: «la gota que rebasa el vaso», «rey de reyes» (mélej Hamlajim), «cantar de los cantares» (Shir Hashirim), son traducciones literales de la Biblia hebrea.

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